El Faro es una de las principales organizaciones periodísticas de El Salvador (y de la región) y está bajo ataques constantes. Sin embargo, sigue ejerciendo un periodismo valiente e independiente.
Aunque el contexto ha sido hostil para periodistas en El Salvador las últimas décadas, el presidente del país desde 2019, Nayib Bukele, parece ser una de sus más grandes amenazas. La Red Global de Periodismo de Investigación (GIJN) narra: “Bukele expulsó de El Salvador a Daniel Lizárraga, editor de El Faro de nacionalidad mexicana, le negó un permiso de trabajo a Roman Olivier Gressier, periodista estadounidense de El Faro English, y dijo que el reconocido periódico digital, ganador de numerosos premios, era un “panfleto” sin “un ápice de credibilidad”(GIJN publicó el artículo «Investigar bajo ataque: el valiente periodismo de El Faro en América Latina»). Los ataques que tienen que enfrentar los colaboradores de El Faro varian entre amenazas de muerte y automóviles sospechosos siguiendo a los periodistas, hasta falsas acusaciones criminales y auditorias financieras.
A pesar de que Bukele estaba a favor de las investigaciones de El Faro en los años anteriores de su presidencia, todo cambió cuando El Faro publicó una investigación en la que afirmaba que miembros de la administración de Bukele hicieron acuerdos politicos con la Mara Salvatrucha (MS-13), la pandilla criminal más grande en El Salvador. Desde entonces se desató una pesada ola de ataques sobre este periódico digital, que solo parece empeorar.
El Faro siempre ha investigado el tema del crimen organizado y sus distintos componentes; las cárceles, pandillas y la normalización de la violencia. Entre 2010 y 2016, el equipo que se llamaba ‘la Sala Negra’ hizo el trabajo más completo sobre el tema, incluyendo las perspectivas de los pandilleros mismos, ya que habían ganado su confianza y lograron entrevistarlos. Los métodos de investigación de El Faro generalmente siguen la técnica clásica de inmersión en el tema, lo que permite a los periodistas construir una relación más sólida con las fuentes. El Faro, comenzó como un periódico digital debido a sus limitaciones financieras. El objetivo inicial de los fundadores era migrar a una versión impresa, pero esto nunca sucedió. El enfoque inicial en lo digital terminó siendo una bendición, lo que permitió al equipo centrarse en el contenido periodístico y los aspectos administrativos.
Según GIJN: “Una de las claves del éxito de El Faro son sus equipos de investigación, creados para ahondar en importantes historias de interés humano y dinámicas delictivas regionales. Los reporteros se enfocan en un tema en particular durante años, dándoles tiempo para encontrar material en profundidad y recopilar fuentes importantes.” Los proyectos de investigación son diseñados por equipos de entre cinco y diez personas, que acuerdan los temas que abordarán y buscan instituciones para financiar su trabajo. Además de los artículos publicados en línea, los equipos también producen libros, documentales y podcasts. Recientemente lanzaron “Imperdonable”, un documental coproducido con La Jaula Abierta sobre la diversidad sexual entre los pandilleros encarcelados en El Salvador.
“La larga lista de premios que han recibido El Faro y sus periodistas incluyen algunos de los más prestigiosos en los Estados Unidos y el mundo de habla hispana. Entre ellos el Premio Maria Moors Cabot, el Premio Hillman, el Premio Ortega y Gasset, y el Premio Rey de España.” describe GIJN. Marcela Turati, una reconocida periodista mexicana ha ganado premios por su trabajo sobre desapariciones forzadas, y ha seguido de cerca el trabajo de El Faro. El estilo narrativo del equipo, dice, es “impresionante y, al mismo tiempo, muy riguroso. Esta es una de sus principales características”. Para destacar el trabajo en equipo que lleva a cabo este medio, la Fundación Gabo, que apoya y promueve el periodismo en América Latina y España, otorgó por primera vez a toda una organización el Premio 2016 de Reconocimiento a la Excelencia Periodística.
Además de algunos de los ataques ya mencionados, como la persecución de periodistas y acusaciones falsas, el gobierno de El Salvador ahora también intenta atacar al periodismo independiente con la propuesta de una nueva ley que pretende controlar el financiamiento de ONG’s y medios de comunicación. Si Bukele logra pasar esta nueva ley, El Faro sufrirá sin duda consecuencias negativas.
El martes 9 de noviembre 2021, el ministro de Gobernación de El Salvador anunció el proyecto de ley de una nueva Ley de Agentes Extranjeros que, según el gobierno salvadoreño, «garantizará la transparencia» y «preservará la estabilidad social y política”. Pero que, según los grupos de la sociedad civil, tiene como objetivo limitar su trabajo y cortar el financiamiento a la prensa independiente.
La ley requerirá que las personas y organizaciones cuyas actividades “respondan a los intereses de un extranjero o sean financiadas directa o indirectamente por un extranjero” se registren como agentes extranjeros y se sometan a inspecciones gubernamentales, aunque la ley no especifica los límites de estas solicitudes. También se aplicará un nuevo impuesto del 40 por ciento a todos los pagos extranjeros a agentes extranjeros registrados, incluso si los destinatarios son organizaciones sin fines de lucro. Al no registrarse o no cumplir con cualquier disposición de la Ley de Agentes Extranjeros puede resultar en la cancelación del estatus legal y una multa de hasta $ 10,000.
El Comité para la Protección de Periodistas también describe esta nueva propuesta de ley y explica cómo podría afectar a los medios de comunicación. Según Ruth López, abogada de Cristosal, organización de derechos humanos salvadoreña, “la ley se propone controlar los intentos de los medios de prensa y otras organizaciones de promover la rendición de cuentas y la lucha anticorrupción, y estigmatizará a las personas que reciban fondos internacionales para sus proyectos”.
Carlos Dada, fundador de El Faro, admite que a causa de las presiones a El Faro, “el futuro es incierto”. Según el periodista Óscar Martínez de El Faro: “Es imposible ahora mismo pensar que nos vamos a callar o que vamos a dejar de hacer nuestra chamba. Creo que hay colegas en otras latitudes que han que tenido que afrontar valladares más oscuros, más peligrosos, más prolongados, y aún así se han mantenido erre que erre con el dedo en el renglón, en el entendido que el oficio periodístico no es accesorio: es fundamental y es un pilar imprescindible en la construcción de sociedades correctas, decentes y justas, y en esa medida entendemos nosotros el trabajo que hacemos”.