Nuestra socia Euroradio analiza la compleja relación entre las empresas digitales y los medios de comunicación independientes en Bielorrusia
«Hemos eliminado permanentemente su canal de YouTube, en el futuro no podrá acceder, poseer o crear otros canales de YouTube»; ese fue el mensaje que recibió la redacción del sitio web bielorruso Reform.by el 9 de marzo pasado. Desde agosto de 2020, el sitio publicaba regularmente vídeos de protestas callejeras. Probablemente fueran estos vídeos -o, para ser más precisos, la brutalidad de los agentes de la ley bielorrusos documentada en ellos- lo que provocó la clausura del canal.
Un usuario de peso internacional podría, si no dictar sus reglas a YouTube, al menos indignarse en voz alta y hacerse oír. Pero, ¿qué posibilidades hay de lograr una investigación objetiva en el caso de un pequeño sitio de Bielorrusia?
«Los intentos por aclarar los motivos del bloqueo no han dado resultado, por lo que se ha borrado todo el archivo de vídeo de la redacción» -relata el equipo de Reform.by.- Y añade que personas desconocidas se quejaban frecuentemente a los moderadores del servicio de vídeo sobre el contenido del canal. En noviembre, los atacantes consiguieron congelar nuestra cuenta durante tres meses sin eliminar el contenido. Sólo una larga correspondencia con la administración del servicio permitió restaurar la posibilidad de agregar nuevos vídeos. Recordemos que el segmento en ruso de YouTube está moderado por un equipo ruso».
Un pequeño país
El último punto es especialmente importante. En Minsk no hay ninguna oficina de Google Corporation, la empresa propietaria de YouTube. Y la oficina de Moscú no parece inclinada a darle una importancia particular al relativamente pequeño mercado bielorruso.
En 2019, el director de medios de comunicación Franak Viachorka trató de averiguar por qué los vídeos en bielorruso rara vez se moderaban en Google Ads. Y obtuvo la respuesta: los vídeos en bielorruso, tártaro, kazajo y otras lenguas «pequeñas» están limitados a la promoción paga. ¿Cuál es la razón? La oficina de Google en Moscú le informó a Viachorka que la empresa no puede permitirse darles apoyo.
– ¿Y qué debo hacer? -preguntó el responsable de los medios de comunicación.
– Crear contenidos en ruso -le aconsejaron.
En aquel momento, los anuncios de Google admitían 45 idiomas. El idioma bielorruso no estaba entre ellos. En la actualidad, Google Ads es compatible con 44 idiomas. Y el idioma bielorruso tampoco está entre ellos. A diferencia, por ejemplo, de la lengua ucraniana.
«Si crea un anuncio en un idioma no admitido, el mismo será rechazado», responden lacónicamente en el servicio. Facebook, en cambio, no tiene esas condiciones. Es posible publicar en cualquier idioma.
La situación es explotada por los medios de comunicación estatales bielorrusos. Como trabajan principalmente en ruso, pueden permitirse inundar YouTube con sus anuncios. De vez en cuando -normalmente en vísperas de las acciones masivas de protesta- los participantes en los grupos de Telegram empiezan a quejarse de que antes de cada vídeo tienen que ver clips de propaganda sobre la hermosa vida en Bielorrusia, sobre cómo los opositores de Lukashenko quieren arruinarlo todo y sobre lo malo que es defender sus derechos en las calles.
La promoción paga es importante para los aspirantes a Youtubers: sin ella, es casi imposible reunir una audiencia seria rápidamente. En esta situación, para comenzar a crear contenidos en bielorruso hay que ser un fanático, preparado para el larguísimo camino hacia la Placa de Oro que YouTube otorga a los canales que alcanzan el millón de suscriptores. Las normas con las que funciona actualmente Google Ads están adaptadas a quienes «presentan sus contenidos» en ruso, mientras que a los hablantes de lenguas «pequeñas» como el bielorruso, por el contrario, les esperan sólo dificultades.
Esos diferentes derechos humanos
El 9 de agosto de 2020, día de las elecciones presidenciales, los bielorrusos se encontraron con una nueva realidad digital. Se bloqueó Internet en todo el país durante tres días. También fueron bloqueados decenas de sitios web de noticias.
Para eludir el bloqueo se utilizó la red de servidores proxy Psiphon y otros servicios similares. Al cabo de tres días se restableció Internet, pero luego volvió a desconectarse cada domingo, cuando decenas de miles de personas salían a protestar en las calles de Minsk y otras ciudades. Por lo cual, en ese período, los bielorrusos no eliminaron de sus teléfonos las aplicaciones que dan acceso a los servidores proxy. El tráfico bielorruso que pasó por Psiphon desde el 9 de agosto es de 4,81 petabytes.
El número de usuarios de la aplicación Telegram, a la cual se «trasladaron» los medios de comunicación bloqueados, se multiplicó varias veces. Sin embargo, en diciembre, las autoridades bielorrusas lograron bloquearla durante otra manifestación masiva de protesta. Psiphon acudió de nuevo al rescate. De todas maneras, se puede afirmar que en Bielorrusia las autoridades tuvieron más éxito que en Rusia, donde se intentó repetidamente levantar una barrera entre Telegram y los usuarios, sin lograrlo en definitiva.
¿De dónde han obtenido las autoridades bielorrusas la tecnología para limitar tan eficazmente el acceso a Internet? El equipamiento necesario fue suministrado por la empresa estadounidense Sandvine. La prensa ha llamado a sus desarrollos «las Kalashnikov de la era digital».
Teóricamente, Sandvine tiene un Comité de Ética Empresarial que verifica cada transacción de la empresa para asegurarse que no haya riesgos de que su tecnología se utilice «en detrimento de los derechos humanos». En respuesta a una consulta de Euroradio, Sandvine dijo que no había violado las normas al suministrar equipos de filtrado de Internet a las autoridades bielorrusas.
Pero luego de que Bloomberg investigara el bloqueo de Internet en Bielorrusia y que los bielorrusos de San Francisco empezaran a manifestarse periódicamente ante la oficina de Francisco Partners, la empresa de inversiones en tecnología propietaria de Sandvine, la situación cambió. Finalmente, tuvieron que romper el acuerdo con las autoridades bielorrusas. Los desarrolladores explicaron que los productos suministrados a Bielorrusia habían sido incrustados con un código local para impedir el libre flujo de información durante las elecciones en el país.
«Se trata de una violación de los derechos humanos que ha llevado a la rescisión automática de nuestro acuerdo de licencia de usuario final» -afirmó Sandvine en un comunicado.- Nuestra empresa se toma muy en serio las violaciones de los derechos humanos. Tampoco toleramos el uso de la tecnología para restringir el flujo de información, lo cual da lugar a abusos en los derechos humanos.
Sin embargo, los analistas señalan que la rescisión del acuerdo no implicó que los productos de Sandvine dejaran de funcionar inmediatamente. En otras palabras, las autoridades bielorrusas dispusieron del tiempo suficiente para encontrar un sustituto.
El silencio es mejor para todos
Al suministrar su tecnología a Bielorrusia, tal vez Sandvine no haya previsto que su utilización iría acompañada de varias muertes, miles de detenciones y torturas en los centros de detención bielorrusos. Desde San Francisco, Bielorrusia parece un país irremediablemente atrapado en el tercer mundo digital; tan lejos, de hecho, que es difícil imaginar lo que está sucediendo allí.
Probablemente también sea el caso de Cloudflare, también con sede en San Francisco. Los servicios de Cloudflare protegen los sitios web de los ataques DDoS. Esto incluye al sitio web de la emisora estatal bielorrusa ONT, que se ha burlado de los opositores de Lukashenko y justificado las acciones de las fuerzas del orden luego de las elecciones.
Las actuales sanciones de Estados Unidos contra Bielorrusia prohíben la prestación de servicios americanos a cualquier empresa controlada directa o indirectamente por personas sancionadas. La «lista negra» incluye a una docena y media de ciudadanos de Bielorrusia, entre ellos Alexander Lukashenko.
Legalmente, la ONT es la sociedad anónima cerrada «Segundo Canal Nacional». Sin embargo, dicha sociedad fue creada por decreto de Alexander Lukashenko el 15 de febrero de 2002. El presidente del consejo de administración del Segundo Canal Nacional es aprobado por la junta de accionistas, pero sólo luego de que Lukashenko proponga el candidato para dicho cargo.
El artículo de Wikipedia sobre la ONT informa que el Ministerio de la Información de Bielorrusia es el propietario de la participación mayoritaria en el canal (51%). Los accionistas minoritarios son el Belarusbank (29%) y Factory of Information Technologies Ltd. (20%).
Cuando insinuamos que Cloudflare estaba violando las sanciones, la empresa respondió que creía cumplirlas. Y respecto de si había empezado a investigar su cooperación con la ONT, la respuesta fue ambigua: «Cuando recibimos alegaciones de que los usuarios de nuestros servicios están sujetos a sanciones, investigamos esas alegaciones».
Pero mucho más sorprendente fue la reacción de la comunidad bielorrusa de Internet. Los activistas locales pidieron que «no se le ajustara más la cuerda» a la empresa, porque para Cloudflare era más fácil abandonar el mercado bielorruso que intentar comprender “lo que estaba permitido y lo que no» y responsabilizarse por las posibles infracciones. Cloudflare es realmente necesaria en la región. La empresa es un importante proveedor de servicios que permiten que los sitios web funcionen de forma estable.
Tráfico moderno
Así pues, las grandes empresas digitales no ven a Bielorrusia como un mercado atractivo. No es raro que los asuntos bielorrusos sean tratados por las oficinas rusas o ucranianas de las grandes empresas. Lo cual crea problemas tanto para los medios de comunicación independientes como para la libertad de expresión en general. Los desarrolladores privados hacen tratos imprudentes con las autoridades bielorrusas, mientras que el espacio mediático está lleno de vídeos de propaganda en ruso.
La forma de salir de esta situación es «hacerse respetar», es decir, construir la reputación del país, cuyos intereses no deben ser menospreciados. Durante los últimos años, Bielorrusia ha estado en camino de alcanzar ese estatus. Las mejores startups fundadas por nativos de nuestro país: el «criptohaven» y el Hi-Tech Park, un eficaz facilitador de negocios, atrajeron la atención hacia Bielorrusia y nos hizo revalorar nuestra situación.
Pero en 2020, resultó que todo eso era forzado. La actitud de las autoridades ante Internet puede describirse con la ridícula expresión «tráfico moderno», con la que el viceprimer ministro Anatoliy Kalinin hizo reír a todo el mundo en la inauguración del foro TIC “Tibo”, en Minsk. Pues bien, los informáticos volvieron a quedar como «cabezas de huevo», como los llamó Alexander Lukashenko en diciembre de 2018.
Durante los últimos meses, Bielorrusia no ha dejado de estar en la mira de los medios de comunicación mundiales, y hoy en día, otros «Sandvine» difícilmente se atreverían a vender a las autoridades bielorrusas la tecnología para controlar Internet con tanta facilidad. Pero al mismo tiempo, Bielorrusia está desapareciendo rápidamente del contexto de crecimiento de la esfera informática. Las autoridades han privado al Hi-Tech Park de las ventajas que hacían atractiva la actividad empresarial en el mismo. Y la crisis política está empujando a las empresas a deslocalizarse de Bielorrusia.
Una historia con final feliz
Así y todo, me gustaría terminar nuestra historia con una buena noticia. Tres días después de haber sido bloqueada, YouTube restauró la cuenta de Reform.by. «Nos complace informarle de que hemos comprobado recientemente su cuenta y, tras haberla examinado de nuevo, podemos confirmar que no infringe nuestras condiciones de uso. Hemos desbloqueado su cuenta, ya está activa y funcional», comunicó YouTube al equipo editorial.
La noticia es buena, pero el mal olor continúa. ¿Así que resulta que viste la cuenta una primera vez y la bloqueaste, pero luego la volviste a ver y te diste cuenta que no violaba nada? Huele a desprecio y a una especie de… actitud condescendiente o algo parecido. Nunca se explicó cuál había sido el problema con la cuenta. ¿Y en todo caso: hubo algún problema? Ustedes, bielorrusos, no necesitan saberlo. Simplemente, ¡sean felices!
El artículo original se puede encontrar en el sitio web de Euroradio