En 2021, medios de comunicación independientes y expertos en Ciencia de Europa Central y del Este unieron sus fuerzas para mejorar la calidad del periodismo médico con una nueva plataforma: SCIENCE+, desarrollada por Free Press for Eastern Europe y Free Press Unlimited.
El proyecto se creó originalmente en respuesta a la desinformación sin precedentes que rodeaba a la pandemia de Covid-19. Los iniciadores del proyecto advirtieron que la falta de información médica de calidad había dado lugar a un conocimiento lamentablemente bajo de los riesgos para la salud, tanto en Europa Central y del Este, como más allá.
El proyecto SCIENCE+ superó los límites de la desinformación relacionada al Covid para aspirar a una solución a largo plazo que aumente la confianza del público en la Ciencia.
Desde el comienzo del conflicto militar en Ucrania, SCIENCE+ ha cambiado su enfoque para exponer la desinformación y la propaganda en relación a la guerra.
Peter Georgiev, periodista de la Televisión Nacional Búlgara e investigador en desinformación de Free Press for Eastern Europe, habló con Colab Medios sobre las particularidades de la desinformación militar y los aspectos ético y técnico de la verificación de los hechos, y dio consejos para desenmascarar los fakes.
¿Existen diferencias y similitudes entre la desinformación médica y la militar: herramientas de influencia, características lingüísticas, escala de la desinformación?
Durante los dos últimos años, desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, hemos asistido a lo que considero una ola de desinformación sin precedentes en el espacio digital de Europa Central y del Este.
El gran número de declaraciones engañosas y descaradamente falsas sobre el virus y las vacunas ha tenido un impacto significativo en la forma en que los países han hecho frente a la pandemia. En algunos países como Bulgaria, las tasas de vacunación siguen siendo bajas (en torno al 30%) en comparación con la media de la UE, debido a la desinformación y la debilidad del liderazgo político.
Para nosotros era importante contribuir a los esfuerzos internacionales para arrojar luz sobre cuestiones sanitarias críticas relacionadas con la pandemia y proporcionar información basada en pruebas.
Tras el inicio de la invasión de Ucrania a finales de febrero de este año, el foco de atención cambió literalmente de la noche a la mañana hacia la propaganda de guerra, y nos dimos cuenta de que las fuentes de desinformación en estos dos eventos tan diferentes se solapaban en muchos aspectos. En ambos casos, las conspiraciones y las afirmaciones sin fundamento se difundieron principalmente en un tono agresivo y emocional para provocar una reacción inmediata.
Los recursos de Internet y las figuras públicas que difunden información falsa suelen utilizar un lenguaje negativo, hacer declaraciones escandalosas y posicionarse como oposición a quienes dicen ser las principales fuentes de información.
Las redes sociales se han convertido en un lugar ideal para este tipo de declaraciones, que pueden difundirse rápidamente entre miles de usuarios e influir en la percepción que la sociedad tiene de una guerra, una pandemia o cualquier otro acontecimiento.
¿Qué ha sido lo más difícil de su trabajo desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania?
Nos enfrentamos a varios tipos de dificultades, emocionales y profesionales. La noticia me dejó francamente sorprendido y tardé unas semanas en darme cuenta de lo que estaba pasando y de lo mucho que estaba sufriendo la gente.
Al mismo tiempo, esas primeras semanas también fueron estresantes en cuanto a nuestras actividades. La mayoría de nosotros nunca había trabajado en una zona de guerra o cerca de ella. Necesitábamos encontrar rápidamente fuentes fiables y expertos que pudieran ayudarnos a comprender mejor los acontecimientos en la zona.
También hemos actuado rápidamente para ampliar nuestra red de socios que investigan la desinformación y su impacto en Europa Central y del Este. Sin la ayuda de nuestros socios y de los valientes periodistas de Ucrania, no habríamos podido comprender las tácticas de desinformación y estudiar sus pautas.
Desmentir las fakes militares es mucho más difícil que cualquier otra. ¿Cómo ayudan Uds a su equipo a cuidar su estado psicológico?
Aunque seamos periodistas e investigadores, tratamos sobre todas las cosas de seguir siendo humanos. No ocultamos nuestras emociones y entendemos la importancia de la salud mental, especialmente en un entorno como éste.
Personalmente, no me he enfrentado con los acontecimientos bélicos tan de cerca como algunos de mis colegas. Pero es muy importante para todos nosotros hablar de cómo nos sentimos y ayudarnos mutuamente en la medida de nuestras posibilidades, por ejemplo, escuchando al otro.
En el proceso de comprobación de los hechos relacionados con la guerra, ¿se ha chocado con cuestiones éticas?
Sí, todo el tiempo. Lo mismo ocurrió durante la pandemia. Creo que el mayor problema ético tiene que ver con el hecho de dar inadvertidamente popularidad a un mito en el intento de desacreditarlo. Hubo casos en los que los esfuerzos por desenmascarar a algunos fakes, lamentablemente, resultaron contraproducentes y sólo sirvieron para difundir más esa información falsa entre la gente.
En definitiva, creo firmemente que, con el enfoque adecuado, los verificadores de hechos contribuyen a nuestro conocimiento del mundo y ayudan al público a evitar caer en la trampa de las declaraciones engañosas.
Háblenos del aspecto técnico de la verificación de hechos: ¿qué normas y principios sigue su equipo para comprobar la información?
Cuando asignamos una historia concreta a la verificación de hechos, nos interesa saber cuántas personas la han visto ya, y qué potencial tiene esa historia para ser popular en el futuro.
En este último caso, es útil desmontar el mito antes de que haya tenido tiempo de difundirse ampliamente, ya sea una información distorsionada, una táctica o un recurso. De este modo, el público desarrolla una cierta inmunidad contra la información falsa.
En cuanto al proceso de comprobación de los hechos en sí, las acciones dependen de la información concreta y de su formato (contenido textual, visual o de audio, etc.), pero en todos los casos intentamos encontrar la fuente. Y siempre miramos y estudiamos quién está interesado en difundir esa narración o publicación y por qué, cuál es el público objetivo, etc.
¿Qué tendencias puede ya discernir en el espacio de los medios de comunicación desde el comienzo de la guerra?
Según mis observaciones, los mayores cambios están relacionados con la creciente polarización de la industria de los medios de comunicación. Muchos medios de comunicación no han temido expresar su posición y apoyar públicamente a Ucrania en esta guerra.
Por otra parte, muchos medios difunden agresivamente la propaganda pro-Kremlin y promueven abiertamente algunas de las mentiras más descaradas del régimen de Putin. Esta división significa que los medios de comunicación no pueden pretender ser objetivos e imparciales, al menos en un futuro próximo.
Creo que es demasiado pronto para decir cuáles serán las consecuencias a largo plazo de este enfoque que, al mismo tiempo, aleja a algunos lectores y atrae a otros.
¿Cuáles son sus consejos para reconocer los fakes?
El consejo más sencillo y obvio es no apresurarse a dar por cierto todo lo que se lee.
Sé que es más fácil decirlo que hacerlo. A menudo leemos un titular o un artículo en las redes sociales y automáticamente nos creemos esa información sin siquiera pensar en el contexto. Si Ud. se encuentra con una noticia que le parece muy sospechosa o inimaginable, deténgase un segundo y piense: ¿de dónde procede, cuál es su fuente, por qué se publica ahora, hay alguna prueba que la respalde? Y, por último, si lo que allí dice realmente ha podido ocurrir.
Si se acostumbra a hacer esto, en la mayoría de los casos le permitirá reconocer inmediatamente los fakes. Sin embargo, es mucho más difícil enfrentarse a las falsificaciones a gran escala, que muy a menudo son especulaciones a partir de hechos reales.
Hasta los periodistas más experimentados pueden tener dificultades para develar estas cosas. Creo que, en general, es útil sentarse un par de veces al mes a analizar las noticias y el propio conocimiento de los acontecimientos mundiales, para ver su grado de objetividad. Al mirar las cosas con ojos frescos, puede que te des cuenta de cómo algunas cosas en las que crees firmemente no están realmente respaldadas por ningún hecho.