Desde que las tropas de Putin invadieron Ucrania, los medios de comunicación de todo el mundo han cubierto ininterrumpidamente la agenda de la guerra, desde los bombardeos de viviendas hasta las crisis de refugiados en la frontera polaca. Cientos de reporteros se han desplazado a los puntos de conflicto, y miles de periodistas siguen la situación desde sus redacciones, informando en línea y manteniendo contacto con sus colegas «sobre el terreno».
¿Cómo prepararse para el trabajo en un punto de conflicto, cuidar la propia seguridad psicológica, «no hacer daño» con los informes, comunicarse con las víctimas y no sentirse culpable por lo que está sucediendo?
Hablamos con la psicóloga Anastasia Medko sobre el trabajo de los periodistas en el teatro de operaciones y de los que trabajan «fuera del campo de batalla» pero están indirectamente traumatizados por estar implicados emocionalmente en la situación.
¿Cuáles son los riesgos de trauma psicológico para un periodista que trabaja en un lugar de conflicto?
El trauma psicológico se produce cuando la psique ha percibido lo que ocurre como una amenaza para la vida. Entonces, en la persona se forma un efecto traumático y, como consecuencia, una traumatización.
Es importante evaluar cuán preparado está un periodista para enfrentar los acontecimientos que puede encontrar, cuán flexible puede ser.
Si un periodista tiene una experiencia de trabajo con un psicoterapeuta, en la que desarrolle mecanismos de defensa, es decir, pueda entender los métodos de autorregulación y tomar conciencia de los posibles riesgos y las consecuencias de determinadas acciones, esos riesgos pueden reducirse mucho.
En cuanto a las acciones militares, es imposible prepararse para ellas, por lo que los riesgos son siempre bastante altos. Pero hay métodos con los que los periodistas pueden practicar la flexibilidad en su psique, lo cual les permitirá reducir los riesgos.
Algunos acontecimientos pueden ser traumáticos para una persona y no para otra. Dependiendo de cómo la psique perciba la situación: si como una amenaza para la vida o no.
Si intentamos elaborar un perfil de un periodista que podría ser enviado a cubrir acontecimientos militares: ¿qué cualidades debería tener?
Empecemos por la manida expresión «tolerancia al estrés».
La tolerancia al estrés es el proceso mediante el cual entrenamos a nuestro sistema nervioso para responder a determinados retos de la vida.
El estrés se produce cuando hay un estímulo específico que hace que nuestra psique perciba una situación como algo fuera de lo normal, lo cual requiere la producción de hormonas que ayuden a adaptarse al estrés. Una persona que recibe formación en un entorno de «invernadero» se enfrenta a tareas que deben realizarse con rapidez.
Para recordar el lema de la unidad SEAL (una unidad de fuerzas de élite para operaciones especiales de los Estados Unidos): «En una situación de crisis, nunca podremos superar las expectativas sobre nosotros mismos, siempre retrocederemos a la situación de partida. Es decir, a lo que ya hemos trabajado.
Un periodista entrenado es alguien que ha practicado ciertos algoritmos de acción para que sean automáticos: «qué hago si hay explosiones», «qué hago si me toman prisionero», «qué hago si hay disparos alrededor». Respuestas entrenadas hasta el grado de reflejo.
Ha dicho que es imposible prepararse para una acción militar. Pero las habilidades se entrenan en la teoría, y luego todo sucede en la realidad. ¿Cómo reducir la brecha entre expectativas y realidad?
La práctica situada se refiere a la práctica en condiciones específicas.
Por ejemplo, cuando se entrena al personal militar para aplicar un torniquete, se crean ciertas condiciones lo más similares posibles a aquellas en las que se va a aplicar el torniquete. Luego desorientan su sistema nervioso (hasta que la persona quede fuertemente desencajada), y en tales condiciones, la persona corre a aplicar el torniquete. De este modo, las habilidades se entrenan en condiciones similares a la realidad.
Por supuesto, una persona que ha estado «sobre el terreno» y ha trabajado en condiciones difíciles será mucho más flexible y se adaptará más fácilmente a la situación (siempre que no haya quedado traumatizada y no haya historias desencadenantes que lo devuelvan a esa primera experiencia traumática).
Si hablamos del perfil de un corresponsal de guerra, se trata de una persona entrenada y que tenga una supervisión constante (incluso psicológica). El especialista controlará su estado psicoemocional y evaluará si la persona está preparada para volver a los puntos de conflicto.
Hablemos de la necesidad de evaluar los riesgos de los informes publicados. A menudo, el periodista intenta dar la imagen más completa posible de un acontecimiento, lo cual puede tener consecuencias negativas para la audiencia. ¿Qué tipo de material puede causar un trauma mental a la audiencia?
Cuando uno observa la violencia, la experimenta exactamente igual que si fuera un participante en el proceso.
Todas las personas (a menos que padezcan un trastorno psicopático) tienen una parte de su cerebro llamada córtex prefrontal, que contiene neuronas espejo, las cuales captan información sobre el estado de ánimo de otra persona.
Si alguien me hace daño delante tuyo, tú también sentirás el dolor a nivel emocional. Eso es empatía. Y cuando leemos o vemos imágenes de la violencia que se produce en la guerra, la experimentamos de la misma manera (aunque tal vez no en la misma medida) que las personas que fueron violentadas.
¿Por qué se puede producir una traumatización? Si nuestro psiquismo se apropia de la información, comienza una transferencia: «yo también estuve allí una vez», «a mí también me podría haber pasado», «a mi hijo le podría haber pasado lo mismo»; a partir de esta transferencia, puede producirse la traumatización del psiquismo.
Estamos hablando de cuando no puedes evitar mirar y leer. Si hablamos de personas que están en una zona de guerra, no pueden no recibir esa información. Porque el cerebro lo percibe como algo que le ayudará a sobrevivir. Por eso no pueden mirar lo que sucede, pero tampoco pueden no mirarlo.
La información debe ser lo más neutra posible, sin el agregado emocional del periodista que escribe sobre ella. Deben ser hechos precisos: qué, dónde, cómo, qué sucederá a partir de allí. Debe ser lo suficientemente neutra como para que la gente tenga la información, pero sin sumergirse emocionalmente en la situación.
¿Es posible identificar las particularidades del material periodístico creado en situaciones extremas? ¿Que fue escrito específicamente por un periodista en un punto conflictivo?
Si el periodista es un profesional, no.
Un profesional puede describir un panorama completo de los acontecimientos sin ninguna aportación emocional: con los hechos precisos y su cronología. Cuando la información se presenta de forma objetiva, sin valoraciones emocionales, es imposible entender las condiciones en las que trabajaba el periodista.
Si la persona añade sus propias experiencias, su propia opinión, entonces sus construcciones lingüísticas estarán automáticamente coloreadas emocionalmente…
Una cosa es decir «en esto participé personalmente» y otra es decir «esto me concierne personalmente porque estoy involucrado».
Las personas que están en el escenario de acciones en un país que consideran suyo, al que tienen ligado su interés, están emocionalmente mucho más involucrados que las personas que pueden distanciarse de esto.
Si una persona se lo toma como algo personal, presentará el material con su propia implicación emotiva, su propio colorido emocional. Sobre todo si son periodistas que no escriben un texto, sino que lo comunican verbalmente. El compromiso emocional será evidente.
¿Cómo se comunica un periodista con personas que han sufrido un trauma para no traumatizarlas aún más y no sufrir ellos mismos por lo que han escuchado?
Lo primero es tener claro para qué lo haces. Y precisamente, para que el sufrimiento de la víctima no quede impune.
Por ejemplo, tras una agresión sexual, la gente toma distancia del problema porque es un tema tabú y emocionalmente difícil. Esto impacta a la gente, y para no revivirlo, intentan no mirarlo. Las acciones del periodista estarán dirigidas a apoyar a la persona, a hacer pública su historia.
El periodista puede ayudar al superviviente de la violencia a no sentirse culpable por lo ocurrido, sino a comprender que la culpa es del agresor.
Lo segundo, es lo que debe distinguir a un periodista de un investigador que está interrogando a una víctima. A saber, la empatía por la víctima. ¿Qué significa eso? Que el periodista no se enfrenta a ella. Construye el diálogo de manera que la víctima se sienta apoyada y entienda que el periodista quiere conocer los detalles de la acción violenta no para juzgar, sino para denunciarla públicamente. Si la conversación se desarrolla en un ambiente de apoyo y la víctima tiene la oportunidad de hablar con soltura, se sentirá mejor y no habrá retraumatización.
La retraumatización se produce cuando la persona revive las emociones que experimentó durante el abuso: la sensación de impotencia y la violación de sus límites personales. Por lo tanto, el diálogo debe basarse en el respeto de los límites de la persona, pidiendo permiso para conocer la información: «Por favor, dígame, cuando esté listo», «Le haré una pregunta cuando esté listo, sólo entonces responda».
Es importante respetar los límites de la víctima, haciéndole saber que su historia es la fuerza que lo ayudará a hacer justicia. Es una especie de compensación emocional por el hecho de que ya no es posible cambiar lo que ha sucedido.
¿Es posible que un periodista, a través de la formación con un experto, adquiera habilidades para tratar con las víctimas de la violencia, o es una cuestión de experiencia y práctica personal?
Es la misma forma en que entreno a los estudiantes de psicología. La formación no se limita a presentar la teoría. El entrenamiento se da cuando una persona ha tenido la oportunidad de practicar y desarrollar una habilidad nueva.
Aunque la práctica sea un entrenamiento, la persona tiene la oportunidad en adelante de practicar la habilidad y experimentarla.
Los métodos de formación también implican el trabajo con casos reales, por lo que el periodista tiene la oportunidad de practicar bajo la supervisión de un especialista y en un entorno seguro. Los psicólogos también reciben formación en base al estudio de casos. Con el acompañamiento de un supervisor, la formación es más ecológica, tanto para el cliente como para el psicólogo. Lo mismo ocurre con los periodistas.
¿Cómo consiguen los periodistas un equilibrio entre la información exclusiva, la ética periodística y su bienestar psicológico?
Es importante que una redacción cuide el componente psicológico de sus corresponsales. Ofrecer al personal la posibilidad de recibir asesoramiento psicológico. Lo ideal sería apoyarlo económicamente; pero si no es así, al menos asignar tiempo para que, una vez a la semana, la persona pueda tener sesiones de terapia con un psicoterapeuta y así fortalecer la capacidad de recuperación de su sistema nervioso, para reaccionar adecuadamente en situaciones críticas.
En segundo lugar, es importante que el periodista no salga solo al terreno la primera vez, sino con un colega con experiencia en el trabajo en puntos de conflicto.
En cualquier caso el periodista no debe estar solo, sino que debe ser una pareja de periodistas que puedan apoyarse mutuamente. Para que cada uno pueda aprender las habilidades necesarias y tener el apoyo de un colega; porque siempre es difícil estar solo «en el campo».
La imagen ideal es la de un equipo amigable con el apoyo del editor y de los colegas, que siempre ayudarán al periodista sin juzgarlo ni evaluarlo.
Si hablamos en el contexto de la prevención de trastornos psicológicos, los estudios demuestran que las personas que después de vivir sucesos traumáticos vuelven a un entorno solidario y cálido tienen un menor riesgo de desarrollar trastornos postraumático que aquellas que pasan luego a un entorno en el que son criticadas, juzgadas y culpabilizadas.
¿Cómo pueden los miembros de un equipo de redacción cuyo colega se encuentra en un punto conflictivo reducir la ansiedad y no sentir angustia moral por estar a salvo mientras el otro corre bajo las balas?
Es importante entender para qué uno hace lo que hace: para qué se está seguro. Alguien debe coordinar el proceso. Si a esta persona le ocurre algo, ya no podrá ayudar a nadie. Si no tiene la fuerza necesaria, no podrá salvar a nadie. En el avión se advierte a los pasajeros: «En caso de catástrofe, primero póngase la mascarilla usted mismo y luego al niño. Porque si uno se asfixia, no podrá ayudar a nadie.»
Tienes que tener claro para qué estás aquí. Yo coordino el proceso, garantizo que mi colega esté lo más seguro y apoyado posible. Para que su información llegue al público, para que tenga sentido lo que hace.
Lo segundo es el sentimiento de culpa por estar menos afectado que otros, por estar a salvo mientras otros no lo están.
Lo más simple que puedes hacer por ti mismo es echar un ancla simbólica: ahora me ocuparé de los vivos en memoria de todos los muertos y haré todo lo que pueda para que los vivos puedan seguir con sus vidas. No hay necesidad de morir en memoria de los muertos, ya que no habría nadie que llevara ese recuerdo.
Por eso es importante que la persona sea fuerte, enérgica y capaz de ayudar a aquellos que le importan. Para eso, tiene que cuidar de sí mismo en primer lugar.
Lo mismo ocurre con una redacción: el director no sólo tiene que ocuparse del periodista sobre el terreno, sino que tiene que asegurarse de que la oficina completa funcione y ser capaz de proporcionar a todo su personal el necesario apoyo material y emocional.