Conversamos con el cofundador de Revista FOCO sobre la situación de la libertad de prensa en Panamá y el impacto de las demandas judiciales contra el periodismo independiente

Por Cinthia Membreño

Daniel Lopera, cofundador y director general de la Revista FOCO (Panamá), bromea con una idea que le ronda la cabeza sobre su labor como periodista. “Sueño con el día en que yo diga: ¡bueno, se acabó! ¡Se arregló esta vaina! No tengo nada que reportear, no hay irregularidades por denunciar”, dice riéndose.

Por algo Lopera describe esta escena como un sueño. Quizás sea, incluso, una utopía para un país en donde, según la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana, capítulo panameño de Transparencia Internacional, hay un “estancamiento” de los niveles de corrupción en el sector público desde 2012. La entidad asegura que esto sucede por la “falta de un verdadero avance institucional en transparencia y rendición de cuentas”, y la carencia de una “certeza de castigo”.

En este contexto opera FOCO Panamá, un medio digital independiente que surgió, hace más de dos años, de la fusión de tres iniciativas periodísticas. Enfocado en la cobertura de corrupción gubernamental, activismo social y política, este equipo — compuesto por cinco personas — se describe como una iniciativa en la que el ciudadano es el centro y el protagonista.

A inicios de febrero, entrevistamos a Daniel Lopera sobre la situación de la libertad de prensa en su país, las múltiples demandas judiciales que enfrenta su medio y cómo garantizan su sostenibilidad en un entorno que, al menos a primera vista, pareciera no ser hostil. Dicha conversación, que compartimos a continuación, ha sido editada y condensada para mayor claridad.

Daniel, ¿podrías describirnos el contexto en el que surgió FOCO Panamá?

Hace tres años yo tenía un noticiero satírico llamado “El Ñeque Noticias”, un amigo mío tenía un portal llamado “Claramente” y una amiga tenía otro que se llamaba “La Puerta del Horno”. Decidimos que, en lugar de trabajar separados, lo haríamos en una sola iniciativa. Fue así que nació FOCO, en septiembre de 2019, en un ecosistema de medios bastante tradicional y pequeño. Recordemos que en Panamá somos apenas cuatro millones de habitantes, y que tenemos tres grandes periódicos y dos televisoras.

Cuando nosotros empezamos, tuvimos acceso a encuestas en donde se reflejaba que Instagram era la plataforma en donde la gente consumía más información, por lo que decidimos enfocar nuestros esfuerzos en ese espacio. Obviamente, hay periódicos como La Prensa — el más importante del país — que hace investigaciones espectaculares a doble cara y en ocho columnas, pero quizás la gente no tiene el tiempo ni el acceso para leerlas. Nos preguntamos, entonces, cómo podíamos entregar información lo más condensada posible, que la gente pudiera consumir en el móvil, mientras iba en el bus, hacia su trabajo.

Nuestra información es muy concisa. Los videos no duran más de un minuto y las publicaciones de Instagram son de cuatro a cinco líneas compartiendo lo que debes saber. No es toda la información que un lector tendría si leyera las ocho columnas de La Prensa, pero sí lo esencial de la noticia (…)

Comenzamos con una agenda muy dura en contra de la corrupción, no solo investigando y publicando la noticia, sino también alentando a los ciudadanos a participar, creando iniciativas de participación ciudadana. En tres años, nos hemos convertido en el principal medio digital del país.

¿Cuáles son las investigaciones que les han hecho ganar notoriedad en Panamá?

La más notoria fue una investigación que hicimos, a raíz de un documento de Presidencia, donde se evidenciaba un claro sobrecosto en la compra de ventiladores durante la pandemia del coronavirus, en un momento en el que casi no había este tipo de aparatos en los hospitales. Fue un escándalo nacional que terminó en la renuncia del viceministro de la Presidencia.

Después hubo otra sobre las subvenciones que el Ministerio de Cultura dijo haber brindado a ciertos artistas, a raíz de la cancelación de eventos culturales y públicos. Cuando el programa de rendición de cuentas se presentó, aparecieron personas alegando que no habían recibido esos fondos. Nosotros no solo publicamos la investigación sino que interpusimos una denuncia, pero el Ministerio Público no ha avanzado mucho con el caso. Eso fue hace un año.

Luego, está la investigación sobre el Hisopado de Taboga. En Panamá hay unas islas que las personas visitan durante los fines de semana y unos altos funcionarios del Ministerio de Salud obtuvieron información sobre las medidas sanitarias que se implementarían para poder viajar a ese destino. Antes de que entraran en vigencia, establecieron un centro de hisopado exclusivamente para los visitantes de la isla. El caso terminó en la destitución de ambos funcionarios de salud, quienes además de tener altos rangos dentro de la institución eran, de hecho, esposos.

¿Cómo miden el impacto que estas y otras investigaciones tienen en la sociedad panameña y fuera de sus fronteras?

Entre tres y cinco de nuestras investigaciones han generado protestas, esa es una forma que tenemos de medir el impacto. El escándalo que se originó a partir de una información que publicamos, en agosto de 2020, sobre un albergue infantil, provocó protestas muy fuertes durante todo 2021 frente a la institución, pidiendo rendición de cuentas. Parte de nuestro trabajo es indignar un poco al ciudadano, decirle que las cosas no están bien.

Otra forma es ver que nuestras investigaciones son recogidas en La Prensa, por ejemplo, y que días después las personas siguen pidiendo rendición de cuentas. Nuestras investigaciones también han sido recogidas por medios internacionales como El País, que retomó una de nuestras informaciones sobre abuso policial en Panamá. La información sobre el escándalo del albergue infantil también fue recogido por medios internacionales.

¿Cómo describen, a nivel de interacción directa, la relación que FOCO ha establecido con sus audiencias?

Para darte un ejemplo, en 2019 hubo un intento de reformas constitucionales y se dio una gran movilización a las afueras de la Asamblea Nacional. En la primera cobertura en vivo que hicimos sobre esa protesta, descubrimos que muchos no sabían exactamente por qué estaban manifestándose. Decidimos recopilar las propuestas más claras por las cuales la ciudadanía — no nosotros — estaba protestando en diferentes grupos. Las imprimimos y repartimos entre la gente que estaba allí. Fue una forma de decir: “no es que les estemos diciendo por qué deben protestar, pero este parece ser el consenso”.

Con esta iniciativa nos pareció que las personas podrían estar más informadas. También se notó porque días después de varias protestas, que fueron muy fuertes, la Asamblea Nacional invitó a las personas a hablar, a compartir su discurso y sus posiciones. Muchos de ellos tomaron en consideración, precisamente, la información que nosotros habíamos divulgado, para tener las herramientas y poder pelear contra este “monstruo”.

Por otra parte, antes de la pandemia hacíamos eventos presenciales llamados “FOCOnversa”. Íbamos a diferentes lugares, normalmente bares o restaurantes de la capital o el interior, y hacíamos un llamado a los lectores para hablar sobre ciudadanía. Muchas personas, especialmente en el interior, no están claras de los mecanismos que pueden utilizar para hacer vigilancia ciudadana.

En estos espacios, ellos nos preguntaban sobre temas de actualidad nacional, lo que opinábamos al respecto y qué podían hacer ellos para fiscalizar. Nosotros les decíamos: “miren, estas son las herramientas que pueden usar, ustedes pueden crear estos grupos, esta ley les da tales facultades”, y así hablábamos con las personas, para informarlas.

Noté que, en el sitio web de FOCO, incluyeron un botón para que las audiencias puedan enviar aportes económicos mensuales que varían de cinco a 200 dólares. ¿Qué los motivó a implementar esta alternativa? ¿Cuál ha sido la respuesta de la audiencia?

Cuando lanzamos FOCO, nuestro medio contó con un capital inicial otorgado por amigos y miembros del Movimiento Independiente por Panamá, una organización sin fines de lucro para la cual también trabajo y que promueve la transparencia, institucionalidad y participación ciudadana. Arrancamos con ese capital, teniendo en mente que la sostenibilidad no debe depender ni de grandes donantes, ni de grandes pocos donantes.

En 2021, empezamos a transicionar hacia las pautas y donaciones. Como somos muy combativos, los lectores todavía están adaptándose al hecho de ver publicidad en el medio. FOCO Panamá tiene dieciocho demandas y los anunciantes no están muy convencidos de pautar con nosotros, pero allí vamos, poco a poco abriendo esos espacios.

Sobre las donaciones, nosotros solíamos pedirlas en momentos clave. Por ejemplo, cuando teníamos una gran investigación, pero a partir de octubre del año pasado empezamos a construir un modelo de suscripción. Todavía estamos trabajándolo y nos ha ido bastante bien. Las suscripciones ahora mismo pueden cubrir una quinta parte de nuestro modelo de negocios. Es difícil porque estamos en un mercado muy pequeño, pero hay gente con recursos dispuesta a pagar por este tipo de producto. Es cuestión de consistencia. Nosotros esperamos que, para mediados de 2023, podamos cubrir el presupuesto de nuestro trabajo solo con suscripciones.

¿Su modelo de suscripciones implica que hay un paywall o decidieron no activarlo?

Nosotros decidimos, al menos por ahora, no activar ningún tipo de paywall. Lo que sí sucederá en los próximos tres meses será un “roll out” de incentivos para los suscriptores. Los FOCOnversa, que fueron muy populares, ahora serán contenido exclusivo, al igual que el merchandising. De hecho, parte de nuestro revenue stream es la venta de merchandising. Trabajamos con artistas locales para crear camisetas y stickers, y esos serán items que estarán disponibles también.

¿Con qué retos se han topado al implementar este modelo de suscripciones y el tipo de relación con la audiencia que esto conlleva?

Una de mis principales preocupaciones con el tema de las suscripciones era el tamaño del medio. En FOCO trabajamos cinco personas y la cobertura es bastante intensa. Me preguntaba cómo haríamos para sacar productos adicionales para brindar a los suscriptores. Afortunadamente, por el impacto que hemos tenido en la colectiva panameña y en el periodismo, hay personas dispuestas a apoyarnos. Como somos más pequeños, tenemos más agilidad. Muchas veces la gente nos compara con medios más tradicionales y esas comparaciones tienden a favorecernos. Dicen que nos atrevemos a decir lo que otros no y que los medios tradicionales ya no hablan de ciertos temas.

Yo entiendo por qué sucede esto. Por ejemplo, TVN es la televisora más grande de Panamá y tiene que cubrir el territorio nacional completo y tocar todos los temas. Nosotros solo nos enfocamos en tres y entonces, claro, la diferencia es grande. Pero la gente sí siente eso y de alguna forma nos favorece al solicitar apoyo para el tipo de periodismo que hacemos. Nos ha funcionado. Sin embargo, tenemos que dar ese siguiente paso, dentro de las posibilidades de la redacción, de crear esos incentivos para que la gente nos apoye. Pero la mayoría de las personas que están suscritas lo hacen porque sienten orgullo de apoyar a FOCO.

Hablemos de las demandas. Mencionabas que están enfrentando dieciocho acusaciones legales. ¿Podrías contarnos, a groso modo, cuáles han sido estos casos y qué repercusiones ha tenido en el medio de comunicación?

Las demandas se dividen en dos: las interpuestas por funcionarios del Gobierno y las presentadas por el expresidente Ricardo Martinelli, quien estuvo en el poder de 2009 a 2014 (…) En Panamá, los funcionarios no pueden denunciar a los medios por injurias y calumnias porque, como funcionarios, están abiertos al escrutinio público. Lo que han hecho, entonces, es idear delitos ambiguos.

El caso más famoso que tenemos es el de una diputada, de quien investigamos la manera irregular en la que se apropió del oro de un cliente que ella representó cuando era abogada. La diputada respondió denunciando a Mauricio Valenzuela — periodista de FOCO Panamá — por violencia de género. Es una locura, pero los medios y el Consejo Nacional de Periodismo se han solidarizado con nosotros. El caso también fue mencionado en el Informe de la Sociedad Interamericana de Prensa y en el Informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos, sobre Derechos Humanos en Panamá. Es, quizás, el caso más escandaloso y es el que más nos preocupa porque ya hay una imputación de cargos. Pero bueno, en teoría tenemos hasta marzo de este año para que la Fiscalía investigue y decida si hay llamamiento a juicio o no.

Luego, tenemos el caso de un diputado que tuvo un proceso en la Corte Suprema de Justicia por violación de menores y a pesar de que la mayoría de la corte votó por condenarlo, fue absuelto por un tecnicismo. Nosotros hicimos una campaña de crowdfunding en nuestras redes para poner una valla con uno de nuestros titulares sobre el caso, y él nos denunció por captación ilegal de fondos. Como no nos puede demandar por injurias y calumnias, buscó un delito que decía que la captación de fondos para la campaña de crowdfunding se hizo de manera ilícita y allí estamos, enfrentando ese caso.

El expresidente Martinelli lo que ha decidido es interponer demandas, constantemente, para evitar que la gente hable de él o su familia. Ahora mismo él tiene varios procesos judiciales en su contra por corrupción y rastreo ilegal de llamadas, y sus hijos están presos en Nueva York por lavar dinero a favor de Odebrecht. Así que, ante cualquier investigación que nosotros hacemos, él interpone una querella penal y una demanda civil en el Ministerio Público. Afortunadamente hay firmas de abogados que creen en lo que nosotros hacemos y están dispuestos a ayudarnos sin cobrar honorarios, pero eso no incluye los pagos de notaría y otros costos que son grandes para nosotros.

¿Cómo planean hacer frente a estos escenarios de presión psicológica y financiera, que probablemente no tenían en mente cuando empezaron FOCO?

Afortunadamente, contamos con el apoyo de buenos ciudadanos y para enfrentar las demandas, hay varios abogados muy importantes en Panamá que han tomado esto como su causa. También estamos aplicando a diferentes fondos de asistencia legal para poder costear estos procesos.

El tema psicológico es siempre difícil. No solo es el peso de las dieciocho demandas, sino el constante acoso en medios de comunicación propiedad de personas como el expresidente Ricardo Martinelli. Él también usa esa palestra para atacarnos constantemente, al igual que lo hacen los diputados de la Asamblea Nacional, quienes usan su inmunidad parlamentaria para decir lo que quieren en el pleno y nos atacan en redes sociales. Eso va afectando la salud mental del equipo. Nosotros hemos aplicado a fondos precisamente para enfrentar esto.

¿Hay antecedentes de otros medios con casos similares en Panamá?

Sí. De hecho, La Prensa — el medio impreso más importante del país — en este momento es víctima de un secuestro por parte del expresidente Ernesto Pérez Balladares (1994 – 1999). Este caso es viejo y han estado peleándolo en las cortes. Si no me equivoco, ahora mismo este medio tiene más de un millón de dólares en activos completamente congelados y eso les ha puesto una mordaza respecto a sus operaciones. Una persona que está poniendo una demanda civil en Panamá, por un monto de fianza, puede secuestrar a un medio de comunicación.

También tenemos a otros líderes de opinión, caricaturistas y periodistas demandados por el expresidente Ricardo Martinelli. La persona con la que yo trabajo en el movimiento ciudadano tiene un programa de radio y ella también está enfrentando demandas por más de 10 millones de dólares, así que la principal amenaza es esa, la judicial.

Si te comparas con otros países de Centroamérica y Colombia, te das cuenta que el periodismo aquí es extremadamente privilegiado, si por privilegiado cuentas que no te matan. Sin embargo, el problema que tenemos aquí en Panamá es judicial. Las personas que son mencionadas en las investigaciones de todos los medios de comunicación del país se han dado cuenta que si “joden lo suficiente” y ponen suficientes demandas, la gente deja de hablar de ellos por un tema de autocensura.

Nuestra mayor preocupación, como FOCO Panamá, es el tema del acoso judicial del que somos parte. Estamos expuestos a 10 millones de dólares en demandas, a varios años de cárcel por diferentes delitos de los cuales hemos sido acusados, y la fragilidad del sistema es lo que nosotros tememos. Nosotros criticamos la fragilidad del sistema, sabemos que es maleable y lo que nos preocupa es que no están necesariamente atentando contra nuestra vida pero sí con nuestra libertad.

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