Natalia Antelava, redactora jefe del medio de comunicación transnacional CodaStory, habla de cómo las fake news se han convertido en parte de nuestras vidas y de la rutina diaria del periodismo global.
En la actualidad, la propagación de fake news y desinformación puede compararse con una pandemia informativa. Ya en 2015-16 quedó claro que la desinformación estaba cambiando por completo la noción de verdad y la percepción de las cosas conocidas. A grandes rasgos, el negro se convierte en blanco y el blanco en negro.
Los países no democráticos también contribuyen a la difusión mundial de la desinformación. Por regla general, el Estado controla directa o indirectamente los medios de comunicación y los canales de televisión con millones de espectadores que son capaces de difundir deliberadamente información distorsionada.
La pregunta que se plantea es la siguiente: ¿cómo pueden funcionar los medios de comunicación en un entorno lleno de desinformación, propaganda estatal y teorías conspirativas? En un mundo en el que hay que dudar tanto de los datos de una página web gubernamental como a veces no creer ni a los propios ojos, incluso los periodistas experimentados, acostumbrados a verificar la información, caen en la trampa de las «dipfakes», fotos o vídeos falsificados y sintetizados por redes neuronales.
El medio de comunicación online transnacional CodaStory, cuyas redacciones se encuentran en Estados Unidos, Georgia y Rusia, considera que la desinformación es un problema grave y le otorga un lugar especial. En primer lugar, mantiene una sección especial sobre falsificaciones en los sitios web en inglés y ruso. Recoge materiales temáticos, como el reportaje especial, donde los editores explican cómo QAnon, una teoría conspirativa marginal surgida de las profundidades de Internet, se ha convertido en un movimiento global y refugio ideológico para un amplio abanico de personas. La pandemia de coronavirus ha servido para que gente, que va desde los aficionados al hip-hop hasta los defensores de la vida sana, difunda teorías conspirativas en todo el mundo y empiece a influir realmente en las decisiones políticas.
Otra forma es un boletín temático para los suscriptores. En CodaStory este es un producto informativo independiente que no duplica el sitio web. La idea nació como respuesta a las falsificaciones asociadas a la pandemia de coronavirus. El boletín diario permite al equipo de redacción informar puntualmente al lector sobre las historias más interesantes e importantes que sus colegas de diferentes países han develado.
El flujo de fake news realmente asusta a los medios de comunicación, muy a menudo los periodistas no saben qué hacer con tanta desinformación. Pero combatir la desinformación forma parte del trabajo periodístico en general. La comprobación de los hechos en toda la información que se recibe, tanto de las fuentes como de los datos abiertos, es una obligación a la hora de publicar historias. Así que, en mi opinión, hay que trabajar con la desinformación como con cualquier otro tema informativo en el que hay expertos, «delincuentes» y sus «víctimas». Es necesario buscar expertos competentes en diferentes campos y dar puntos de vista diferentes e incluso opuestos, para que todas las posibles partes implicadas en la situación puedan opinar. Lo más frecuente es que aparezcan falsificaciones y datos poco fiables allí donde hay una crisis: en política, en economía o en cualquier otro campo. El número de noticias falsas durante la pandemia, incluso en los países democráticos, fue muy elevado.
Un claro ejemplo de cómo florecen las falsificaciones en tiempos de crisis y son difundidas deliberadamente por todo tipo de propagandistas, es la historia de CodaStory de Alemania. Miembros del movimiento de extrema derecha anti-cuarentena Querdenken viajaron a las zonas afectadas por las inundaciones masivas del verano de 2021 y, como si fuera en nombre de las autoridades, difundieron información falsa que obstaculizó la resolución de las consecuencias de la catástrofe.
¿Qué pueden hacer los medios de comunicación contra esto? Para combatir la desinformación, los propios medios de comunicación deben crear una agenda informativa y cubrir las acciones de las autoridades más que sus palabras. Las fuentes oficiales, como por ejemplo los departamentos gubernamentales, son necesarias para que los periodistas, entre otros, puedan entender mejor la agenda del gobierno de tal o cual país, lo que dirá en diferentes circunstancias. Pero la pregunta sigue siendo: ¿hasta qué punto esto se corresponde con la realidad? Yo, por ejemplo, veo y leo periódicamente Russia Today, sólo para entender cuál es la agenda principal del gobierno ruso y cómo podrían reaccionar ante tal o cual acontecimiento, cuáles podrían ser las consecuencias y cómo hablarán entonces de ello.
No hay que olvidar que cada medio de comunicación tiene su propietario, que puede tener su propia agenda y principios; y los periodistas y editores tendrán que tenerlo en cuenta a la hora de redactar las historias. También es importante saber de dónde se financia el medio de comunicación y con qué rapidez se puede obtener esta información. Por ejemplo, se puede ver muy fácilmente de dónde se financia la BBC. Además, mucho depende de la estructura del consejo de administración del propio medio de comunicación, de la relación entre el propietario, el redactor jefe y los periodistas. En la actualidad, un gran número de medios de comunicación existen gracias a las donaciones de los lectores. Esto es un indicador cierto de que los periodistas están interesados en presentar la información de forma objetiva, pues de lo contrario, su público dejará de confiar en ellos y, por tanto, dejará de financiarlos.
Hoy vivimos en un mundo en el que hay un enorme flujo de información. Los medios de comunicación y los periodistas son responsables del material que ofrecen a sus lectores o espectadores. Sí, es posible dar réplicas a posteriori, pero sería mejor para todos que los periodistas entendieran desde un comienzo el por qué se habla de un tema concreto. En mi opinión, los periodistas son intermediarios entre las autoridades y el pueblo. Deben estar capacitados, deben entregar la información al lector sin distorsionarla, deben saber evaluar lo que está sucediendo y dar una oportunidad a todos los involucrados para que se expresen. Lo más importante para un periodista es la confianza de sus lectores.