La redactora en jefe de JamNews, Margarita Ajvlediani, cuenta cómo la confianza entre unos y otros y la actitud profesional hacia los conflictos que te conciernen a ti personalmente permiten a la redacción internacional cubrir acontecimientos de todo el Cáucaso Meridional. 

¿Cómo es dedicarse al periodismo en una región donde cada cierto tiempo surgen guerras? ¿Y si en la redacción que uno dirige trabaja gente de los países en conflicto? La redactora en jefe del medio JAMnews, que cubre noticias de todo el Cáucaso, Margarita Ajvlediani, considera que lo más complicado es evitar peleas dentro del colectivo sobre quién tiene razón y quién tiene la culpa y centrarse en el trabajo periodístico. “Nosotros mismos – los redactores, periodistas, redactora en jefe – nos recordamos todo el tiempo que no somos jueces – para esto existe el juzgado. No somos profesores – para esto existe el colegio. Y nosotros no tenemos intención de juzgar ni de enseñar nada a nadie. Solamente intentamos recopilar información, transmitirla al público y llamar a todos a pensar en ella”. 

Periodistas de JamNews están grabando un reportaje

JAMnews lleva existiendo más de cinco años. Su nombre se debe a la imagen de un atasco (“traffic jam” en inglés): el Cáucaso, sumergido en guerras y con muchas fronteras cerradas, se ha convertido en un atasco político. ¿Dónde está la redacción? No existe una respuesta sencilla a esta pregunta. Los gerentes trabajan desde Tiflis, donde también vive la redactora en jefe. Pero el portal de noticias en línea trabaja según un esquema al que en la redacción llaman “tres más tres”: en tres países del Cáucaso Meridional: Azerbaiyán, Armenia y Georgia, en dos repúblicas escindidas de Georgia parcialmente reconocidas: Abjasia y Osetia del Sur, y en el no reconocido Nagorno Karabaj, escindido de Azerbaiyán, causa de una guerra de 30 años entre Armenia y Azerbaiyán. Hace solo un año, en septiembre de 2020, la guerra de Nagorno Karabaj desembocó en hostilidades a gran escala con no menos de 10 mil muertos y decenas de miles de heridos, refugiados y desplazados nuevos. 

Para Georgia, Abjasia y Osetia del Sur son territorios ocupados por Rusia, puesto que ésta reconoció su independencia. El último conflicto armado tuvo lugar aquí hace 10 años. Simplemente imaginémonos cómo es para los periodistas de todos estos países y territorios trabajar juntos. En su casa, cada uno de ellos regularmente se encuentra con acusaciones de traición – simplemente porque trabaja en una redacción con el enemigo. 

Todos los que llegan a trabajar a un medio así entienden que la traición en la profesión del periodista consiste justo en lo contrario – en negarse a trabajar juntos en una situación así, comenta Margarita. Pero incluso entendiéndolo, la guerra reciente en Nagorno Karabaj le costó al equipo. Cuando se produce una escalada o una guerra, “los redactores se someten a una presión fortísima en sus sociedades, influenciados por tragedias en sus propias familias y en las de sus amigos y vecinos. Es difícil hacer frente a esto”. 

Margarita Ajvlediani

Margarita Ajvlediani

Los redactores de diferentes partes en conflicto discuten entre ellos y a menudo necesitan a un mediador – el que tomará la decisión. El trabajo es imposible sin ello. El papel del mediador lo asume la redactora en jefe: “Escucho a las dos partes, para esto tengo que entender bien el contexto mismo y luego tomo decisiones importantes para la redacción, que a veces pueden herir fuertemente a una de las partes o a ambas. Y aquí es excepcionalmente importante la confianza que hemos creado entre las personas. Es decir, incluso los redactores ofendidos siguen formando un equipo con un ambiente de confianza. Porque nadie duda de que la decisión que ofende a alguno se ha tomado exclusivamente por razones profesionales, aquí no existen otras prioridades que no sean estándares internacionales del periodismo. La confianza es la palabra principal en la que se basa nuestro trabajo”.  

Incluso durante otra escalada más de las relaciones en el contexto georgiano-abjasio, en el que JAMnews tiene redacciones a los dos lados, los redactores saben que la líder del equipo no toma ciertas decisiones porque es ciudadana de Georgia, ni porque vive en Tiflis, sino exclusivamente como una profesional. Los periodistas reconocen su derecho a asumir la responsabilidad y derecho a cometer un error, según Margarita. “Mi decisión puede herir a alguien e incluso ser errónea, pero va a ser un error de una redactora profesional, y no de una georgiana étnica. Mientras que los redactores reconozcan estos derechos míos, ¡podemos trabajar!”.

Tres más tres 

Nagorno Karabaj, por el que están en disputa Armenia y Azerbaiyán

Así, la redacción multinacional que escribe sobre guerra gasta muchos recursos simplemente en mantener el equilibrio dentro de la redacción. De allí, naturalmente, nace una pregunta: ¿de dónde sacar recursos para desarrollar el medio y monetizar su contenido? El carácter único y transfronterizo de JAMnews tiene su reverso: el medio trabaja en tres países y en tres territorios no reconocidos, es decir, con seis públicos diferentes. Todos estos mercados son pequeños y muy distintos. Está Azerbaiyán, con 10 millones de habitantes, que ocupa el lugar 167 de 180 en el ranking de la libertad de expresión, según la organización internacional “Reporteros Sin Fronteras”. Los periodistas independientes trabajan prácticamente con un estatus ilegal. Al igual que otros medios no controlados por el estado, JAMnews no nombra a los que colaboran con él dentro del país y no puede conseguir la acreditación.  

En 2020, Armenia, con 3 millones de habitantes, perdió la guerra con Azerbaiyán, lo que provocó una crisis política en el país. Y si tenemos en cuenta el golpe asestado a toda la industria por la pandemia del coronavirus, no es sorprendente que, según Margarita, el mercado de la publicidad para los medios bajara al cero incluso en el caso de los grandes canales de televisión que tradicionalmente dominan en el espacio mediático armenio. En los territorios no reconocidos no existe ningún mercado mediático como tal. 

Queda Georgia. Un país diminuto con una población de 3,5 millones de personas y un mercado mediático extremadamente saturado y polarizado, donde solo canales de televisión, para finales de 2019, había más de 100. A la vez, “la parte principal de los presupuestos publicitarios la succionan los canales de televisión monstruo”.  

Es verdad que muchos estados ofrecen becas y otras formas de apoyo financiero al periodismo. Pero JamNews no puede permitirse recibir dinero de ninguno de los gobiernos del Cáucaso. “Si recibimos apoyo del presupuesto, digamos, de Armenia, entonces ¿cómo vamos a trabajar en Azerbaiyán? Si recibo apoyo del fondo presidencial de Georgia como lo hacen muchos de los medios locales, entonces ¿de qué manera voy a trabajar con Abjasia y Osetia del Sur? Es decir, con las regiones que se consideran independientes, están reconocidas por Rusia y algunos países más, pero a las que Georgia y todo el resto del mundo las considera su parte. Perdería la independencia de la redacción, perderíamos la igualdad de derechos de nuestros colegas dentro de la redacción”.

La igualdad de derechos es otra palabra clave más para JAMnews. “Un pueblo tiene derecho a llamarse de cierto modo, a ver su futuro de cierta forma, independientemente de si está reconocido por la ONU o no. Esto es desde el punto de vista de un periodista, aunque desde el punto de vista de la diplomacia y de los estados no sea así. Pero el periodismo no conoce fronteras demarcadas en un papel. Solo sabe dónde vive gente, donde está la comida, el agua, dónde estudian los niños, dónde mueren. Así que no puedo recibir dinero de una parte porque la otra parte se va a enterar. Como dice el refrán, “el que saca a cenar a la chica, baila con ella”. 

Los medios independientes de la región tienen que ser muy selectivos también cuando reciben dinero de las empresas. Porque, según Margarita, muchas grandes empresas – en Georgia menos, en Armenia más – a menudo están directamente relacionadas con esquemas oligárquicos de corrupción. 

“Nos tienen confianza, ¡pero no nos quieren!”

 

¿Puede un medio de nicho así pedir ayuda directamente a su auditorio? Lamentablemente, no todo es tan fácil. “¡Disgustamos a toda la región! Nos leen, acuden a nosotros a por consultas profesionales, nos publican sin comprobar los datos porque saben que merecemos confianza, pero, a la vez, ¡no nos quieren! Porque si publicamos algo desde Azerbaiyán, en los ojos del público armenio nos convertimos en un medio pro-azerbaiyano. Incluso si, digamos, los lectores georgianos nos apoyan cuando cubrimos de forma independiente asuntos de la política interna, cuando llegamos a dar una voz igual a Abjasia, inmediatamente nos convertimos en enemigos. Etcétera, etcétera…” Margarita continúa: “Proveemos imagen desde todos los sitios donde vive gente. Donde vive gente y no donde pasan las fronteras. Y la proveemos del modo como la ve esta gente. Como resultado, cada una de estas comunidades nos acusa de intentar presentar información de un modo retorcido – o sea, no cómo ellos la ven”. De esta forma, el medio multinacional se ve ante una paradoja: a pesar del crecimiento del número de visitas en el sitio y de los seguidores en redes sociales (+ 50 mil en 2020), el medio sigue sin tener un auditorio leal. Sin embargo, JAMnews no se rinde e intenta ganar dinero con publicidad nativa y donativos, pero las sumas ganadas son muy pequeñas y no le permitirán existir sin apoyo de un donante. 

Está claro que en una situación así lo que le queda al medio es solamente contar con el apoyo institucional de las organizaciones donantes internacionales. Teniendo en cuenta el territorio que cubre JAMnews, es un medio bastante grande: cubre todo el Cáucaso Meridional. Y el equipo, incluidos los gerentes, son solo 28 personas. A la vez, Margarita llama a evaluar el papel de este medio de manera correcta. “Si desaparecen medios como el nuestro, el espacio de información quedará completamente en manos de los gobiernos en guerra, que se odian, y de los medios que van al frente codo a codo con ellos. Estos medios pueden criticar al gobierno por una lucha política interna, pero en cuanto se llega a hablar del país vecino, o del conflicto interno, enseguida se ponen en la misma línea del frente con el gobierno. Como pasó en 2008 en Georgia (durante el conflicto con Rusia alrededor de Osetia del Sur), como pasó en 2020 en Armenia y Azerbaiyán. Y la desaparición sobre el terreno de los medios como el nuestro dejaría a la región sin ninguna esperanza, totalmente ninguna”.

Nuestro lector más leal quiere saber más incluso sobre los que odia

En general, ¿cómo crear contenido si trabajas con públicos diferentes que, además, hablan cuatro idiomas distintos: georgiano, armenio, azerí y ruso? Incluso cinco, porque JAMnews tiene también una versión en inglés. La respuesta al reto consiste en adaptar el contenido a las necesidades del auditorio. “Un 60-65% de lo que producimos lo traducimos a todas las lenguas. Y no solamente traducimos, sino que adaptamos,” – esto significa que hay que añadir contexto para que una historia georgiana, por ejemplo, se entienda en Armenia. El resto del contenido está orientado a los públicos nacionales y aparece en el sitio solo para el público de un país concreto. En redes sociales las proporciones son distintas, allí los redactores hacen hincapié en noticias locales que constituyen alrededor de un 60% del contenido. Y solo un 40% de las historias conciernen a toda la región. Es entonces cuando JAMnews se ve de nuevo en una situación difícil. “Nuestra misión principal es trabajar para la región. Somos uno de los muy pocos medios que tiene oficinas en toda la región y trabajan in situ. Pero, a la vez, no nos centramos en los materiales sobre la región en general, sino sobre las sociedades específicas. Es decir, como si una de mis manos quisiera coger un pastel y la otra me lo quitara. Pero esto es inevitable: el lector, como en todo el mundo, ante todo, quiere saber sobre sí mismo. Sin embargo, el lector más apreciado, más atractivo para nosotros, es el que quiere saber sobre sí mismo, pero no acaba allí. Quiere saber también sobre sus vecinos de la región, incluidos los que odia. Este es nuestro lector más importante. Pero para conseguirle primero hay que hablarle sobre él mismo”. 

Ningunos extraterrestres cambiarán nuestro país por nosotros

“A menudo me preguntan por qué me dedico a un trabajo tan difícil”, – sonríe Margarita. – “Mis colegas y yo tenemos una respuesta sencilla. Pues, porque no quiero emigrar. Quiero vivir en mi país, en mi casa, pero quiero que este país sea como el Reino Unido, como Suiza, que sus problemas tengan que ver con la calidad del agua o algo de este tipo. Por supuesto, allí las autoridades locales también hacen cosas de forma incorrecta, pero lo que quiero es que no nos maten, que nosotros no nos matemos. Quiero vivir en mi casa, en un país civilizado. Y si yo no hago a mi país y a mi región así, nadie va a venir a hacerlo, ningunos extraterrestres van a hacerlo. Solo nosotros mismos. No quiero irme, no quiero que se vayan mis hijos. Y esta es la respuesta de todos nosotros: queremos vivir en casa, pero para tener esta oportunidad tenemos que hacer una limpieza”. 

 

Material preparado por N. Marshalkovitch

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